Por fin salí de vacaciones. Entre enero y marzo de este año (y separadas en dos tandas desiguales) disfruté de algunas semanas de asueto las que busqué aprovechar al máximo. Máximo descanso, máximo sol, máxima playa y casi nada de responsabilidades.
Y dentro de esta etapa de relajo, quise averiguar y adentrarme dentro de la geekeria de Valparaíso y Viña. Una vez ya con la clave del wifi de mi hotel resguardada en el teléfono, realicé una búsqueda y encontré un café de estilo animé en Viña del Mar. Por lo tanto, esperé mi oportunidad y me encaminé el día elegido.

Llegó el día. Luego de pasar una mañana en la playa con mi mamá, ella eligió descansar en la habitación. Yo me cambié el vestuario: me puse lo más otaku que tenía, que era mi camisa hawaiana de Totoro. Me embadurné en bloqueador solar y me comprometí a reunirme con ella para la hora de once. Luego salí rumbo al norte avanzando frente a la Playa Acapulco, por avenida San Martín. El norte era calle 11½ Norte, a media cuadra de avenida Libertad, una de las principales de Viña del Mar. La hora era entre las 3 y las 4 pm. Caminaría.
Llevaba 10 minutos de marcha y no daba con la calle. Traté de orientarme sin ver el mapa, y no me enteré hasta que me situé que 11 Norte no hace esquina con la playa. Llegué a 12 Norte y me adentré al oriente. En la esquina con 1 Poniente doblé al sur hasta que di con 11 Norte. Desde ahí continué al oriente hasta la intersección con ½ Poniente, una calle estrecha por la cual subí al norte. Ahí viré al oriente en la esquina con 11 ½ Norte, hasta que encontré el letrero del Tsuki Coffe, colgado fuera de una casona de dos pisos. El lugar que motivó mi caminata.

Estaba enrejada de color blanco la casona, con su reja abierta. El piso de madera estaba situado sobre lo que era el porche de la casona. De ahí el umbral de entrada dejaba entrever el primer diseño decorativo de animé y el nombre del local. Una vez adentro, el pasillo lleva a dos salas contiguas, en las cuales habían muros blancos que estaban pintados con diseños de Dragon Ball, Sailor Moon, One Piece. En la primera habían sillas con sus mesas sobre un piso de madera, y en la de fondo estaba la caja y un aparador refrigerado mostrando piezas de repostería, además de un frigobar iluminado con latas de bebida dentro.

En la sala primera me recibió una garzona uniformada. Habían un par de mesas ocupadas por chicas jóvenes y una familia con niños. Amablemente me invitó a pasar, a tomar asiento y tocar el timbre de la mesa apenas me decidiera por algún producto del menú. El menú se veía a través de teléfono usando un código QR. Agradecí y empecé a revisar el menú mientras en el televisor y sistema de sonido del local sonaba un episodio de un animé que no logré identificar, solo categorizarlo como Shoujo.
Recordé que once tomaría más tarde, así que debía tratar de que fuera algo liviano lo que tomaría. Y a poco revisar, encontré lo que necesitaba tomar. Apreté el botón mientras me fijaba en el estante que Tsuki Coffe usaba como biblioteca de mangas.
La amable garzona tomó mi pedido: un Batido Yor y una Torta Dugtrio. Ella tomó mi pedido y antes de retirarse, me recomendó usar la biblioteca de mangas, previa entrega de mi cédula de identidad en caja y así proceder al préstamo de un volumen. Luego de eso, se marchó para encargarse de mi comanda.
Estaba en un lugar cuyo estilo era de mis visitas recurrentes en toda época, y me sentía contento por ello. Pero necesitaba hacer tiempo hasta que llegada mi pedido. Así que me dediqué a tomar algunas fotografías del lugar para ilustrar mi crónica para la web -y así compartir mis visitas con ustedes. Luego de eso, y de apreciar el ambiente con los demás comensales, me picó el bicho de leer un manga. Por lo tanto, me acerqué a la caja, le dejé a la dependienta mi cédula y pedía el volumen 1 de Beastars. No me atrajo la historia, la verdad. Al momento, llega la garzona con mi comanda. Mi muestra de gratitud hacia ella inició la degustación.


El Batido Yor era un milk shake de chocolate, con salsa de frambuesa y helado de chocolate en el fondo, crema por arriba y un barquillo dulce. Estaba helado y bastante refrescante, dulce sin ser hostigoso y delicioso. Especial para una tarde de verano, como esa tarde de Viña del Mar. Y todo servido en un vaso alto. Nada de amarrete el bebestible. La Torta Dugtrio era una minitorta redonda de galleta, con manjar y crema, con un dugtrio de manjar y galleta en su parte superior. La representación del Dugtrio era fiel a la de la serie Pokémon, con las naturales limitaciones impuestas por el material. Esa fidelidad y cariño siempre se agradece. La torta era dulce y deliciosa, hecha con cariño en mi opinión.
La decoración era animé, bastante pintoresca aunque la paleta de colores está más cargada hacia lo kawaii. Pero no usaron papel tapiz de animé, si no pintura original sobre los muros. Ese es un detalle que siempre se agradece en nombre de la originalidad y el estilo propio. Al final de pasillo está la puerta de la cocina, con su ventanilla de comandas, el baño de las mujeres y una vitrina con productos originales del café a la venta. De ahí venía una escalera que conducía al segundo piso, con más pasillo y otra sala decorada con motivos de animé, con sus mesas y sus sillas, y un baño para hombres (al que acudí y estaba impecable).
Y la atención de toda la gente, en especial, de mi garzona, desde la bienvenida hasta el pago de la cuenta. Fue una linda experiencia que disfruté mucho en mis vacaciones. Espero que este lugar (y muchos más en todo el mundo) duren mucho tiempo, ya que son un refugio para gente como yo. Son los bastiones de la geekeria.

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