
Pasó un buen tiempo en mis redes sociales, principalmente en Instagram. Y navegando en la plataforma encontré, a principios del 2023, una nueva cafetería otaku. Se trataba de una nueva cafetería temática en lo japonés, ubicada a pocas cuadras de la Plaza de Maipú. En el local se veían muros decorados con diseños otakus, gente comiendo y pasando un buen rato. Eso, mientras desfilaban los platos del establecimiento y los rostros de los comensales. No perdería la ocasión de ir a visitarla prontamente, y por eso guardé el video entre mis recuerdos de Instagram.
La posibilidad se me dio en Abril de 2023. Estaba en Maipú por avatares del destino, y ya que era probable que el fin de semana tuviera algún tiempo libre en medio de mis responsabilidades, me planifiqué para acudir. Revisé la dirección, planeé una ruta y esperé la ocasión propicia. Esa ocasión llegó a mediados del mes, un sábado. Se dio la ocasión y acudí en transporte público.
Llegué a la Plaza de Maipú, y desde ahí fui caminando por la calle Alberto Llona hacia el sur. Me encontré con el Pasaje Javiera Carrera y de ahí enfilé al oriente hasta la calle/pasaje Gustavo Ross. Desde esa esquina fui en dirección sur. Estaba oscuro y un poco solitario, pero continué el camino. Eso hasta que encontré el local, en la esquina con Eulogia Sánchez. La dirección era Gustavo Ross 1627. Al frente había una plazuela amplia con vista a calle Alberto Llona. No estaba escondido el local, como creía ingenuamente. Era el lugar al que venía. El Café Espacio Otaku.

Llegué un poco tarde (una hora antes del cierre) pero las luces estaban encendidas y el k-pop se escuchaba desde afuera. El local aún estaba abierto, así que entré. Me recibió una mujer crespa, quien era la persona encargada. Estaba detrás de una vitrina donde me dio la impresión que servían helados o dulces. Muy amablemente me convidó a pasar a las salas del establecimiento. Los muros tenían motivos alusivos a animé japonés, como Sailor Moon, por ejemplo. Y respondí a la invitación recorriendo el pasillo, hasta hallar una sala que me gustó. Tenían más animé en los muros, y un televisor donde estaban pasando Dragon Ball. Me senté junto a una mesa. Quien me atendería vendría luego. Ya me sentía más a gusto.
Vino la Srta. que me atendió en un principio. Karen era su nombre y yo también me presenté. Con amabilidad me preguntó como estaba, y aproveché de excusarme por la hora a la que había llegado (media hora antes del cierre). Ahí me presentó el menú. Ella, de todos modos, me recomendó una hamburguesa a lo pobre (con huevo frito, cebolla, queso cheddar y papas hilo) acompañada de papas fritas. Yo decidí complementarlo con una bebida: una limonada blue. Ella tomó mi pedido y se retiró a buscar la comanda.
Cuando me vi solo en ese espacio, empecé a tomar algunas fotografías de la sala donde estaba. Era una con muros blancos y líneas color cerceta que tenía dibujos de manga. Encima, tenía otros personajes de animé a todo color. En el muro que estaba sujetando el monitor era distinto, pues tenía animé a todo color estampado. Tomé algunas fotografías, pues quería compartir el momento para el blog e Instagram, y volví a acomodarme en la silla. No podía evitar sentirme bien mientras veía las mesas de madera blanco invierno, las sillas metálicas blancas y verdes, el parqué en el piso, los diseños en los muros y Gokú contra Piccolo en la pantalla. Era una sensación agradable. Y me quedé viendo la final del 23º Torneo de las Artes Marciales.

Llegó Karen y me trajo primero mi limonada azul, además de una pajita encerrada en su envase de papel. Estaba deliciosa y muy refrescante. Además, trajo el servicio para la hamburguesa, la cual estaba en camino.
Estaba casi solo. Yo en la sala, pero Karen y su chef en la cocina. Pero no pensé mucho en la soledad, pues me sentí en mi salsa en un ambiente otaku. Mientras no perdía detalle de la batalla en el televisor. Hacía bastante tiempo no veía la serie. Y la verdad, nunca me he planteado como objetivo verla completa. Quizá lo haga.

En un lapso de 10 minutos llegó con mi comanda: una hamburguesa a lo pobre, con huevo, cebolla, queso cheddar, papas hilo, cubierta con pan frica. Venía acompañada por una guarnición de papas fritas en un vaso metálico. La hamburguesa estaba caliente, sabrosa y contundente. Y las papas fritas, estaban ricas, aunque un poco condimentadas de más. Pero disfruté cada mascada. La sabrosa comida incrementaba mi sensación de bienestar en el Café. Eso mientras reparaba en las escenas de la final del Torneo. Eso hasta que se acabaron mi hamburguesa, mi limonada y Torneo.
Luego me paré, y me dediqué a fotografiar los muros y las salas contiguas. Al lado, sin ir más lejos, estaban las puertas de los baños también decoradas con motivos otakus y orientales, y la sala contigua estaba dedicada al k-pop. Los muros de esa sala estaban decorados con fotografías e e incluso con figuras de carton a escala de grandes figuras del k-pop. E incluso, a través del sistema de sonido se escuchaba música del estilo. Me llamó la atención. No soy fan del k-pop pero me pareció bonito.

Luego, agradecí a Karen por su recepción, pagué mi cuenta y le desee la mejor de las suertes en su emprendimiento. Además, aceptó fotografiarse conmigo. Me comprometí a volver a la brevedad pero más temprano. Y sentí satisfacción de que en Maipú hubiera un lugar para que los otakus pudieran comer, beber y volver. Para mi, un auténtico refugio.
P.D. Esa misma tarde, hubo una actividad cultural , consistente en pintar con motivos de animé uno de los muros contiguos de la plazuela que estaba frente al Café. Yo solo pude apreciar la obra una vez saliendo de ahí, y de noche. Sin embargo, me pareció hermoso que tomaran un espacio para hacer un arte estético y amable con el entorno. Una razón más para volver acá.

Súper buena review! Hay que ir.
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Por supuesto, es totalmente un lugar recomendado, y con comida sabrosa.
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